La ELA ha acabado conmigo en un año.
No puedo apenas moverme,comer,respirar ni hablar.
Mi cuerpo y mi mente no quieren sufrir más esta lenta agonía sin esperanza.
Una vida así nadie debería vivirla.
Nuestra inteligencia debe servirnos para decir NO, al horror del lento proceso destructivo.
He perdido la batalla.
Según veo mi cuerpo debilitarse y perdiendo autonomía e independecia, me hace cuestionarme si esto es vida.
Para mí no lo es y no me asusta el pensar en recibir la muerte.
Tengo como opción mi sueño de morir plácidamente dormido y acabar con esta pesadilla.
Gracias a la Asociación DMD ( Derecho a Morir Dignamente ) y a Fernando Marín.
Todo el mundo tiene que sentisre bien con esta opción tan digna y sensata, también estoy contento de acercarme al final que a todos nos espera.
Me llevo un buen recuerdo de todos,también os queda mi recuerdo.
Acepto mi destino y estoy en paz, sin miedo,odio,rencor,culpa, ni ningún problema de conciencia.
Acepto mi vida y mi muerte como algo inseparable.
Es una pena no poder seguir con mi vida.
Nuestros planes no siempre suceden.
Quizás no hay principio ni fin, sino un proceso infinito de creación y destrucción.
Daniel Mateo Martínez.